domingo, 19 de septiembre de 2010
La Torta
El Lápiz
Erase una vez un lápiz. Así comenzaban todos los libros, todas las buenas historias eran así, con un lápiz, un papel y una aventura. Pero esta, en vez de ser llevada atreves de un lápiz, seria vivida por uno. O amenos eso esperaba Julián. Julián era el lápiz o mejor dicho el amigo del afamado escritor Christopher. Desde que el primer libro de Christopher fue escrito, él siempre había tomado a Julián para escribir las primeras páginas de su novela, como una especie de ritual de buena suerte. Pero ahora Julián estaba a punto de llegar a su fin, sólo le quedaban dos centímetros más de grafito y esto no sería suficiente para que Christopher siguiera escribiendo sus novelas, eso no podía ocurrir, los mundos que Christopher mostraba atreves de sus escritos eran magia en estado puro y privar de esa magia al mundo debería ser un pecado capital. Julián no dejaría que eso pasara él sería el héroe ahora y encontraría la manera de que Christopher pudiera continuar con su ritual de la suerte y sus libros seguirían siendo escritos y celebres como lo fueron desde un principio.
Julián rodó de una meza en la que se encontraba, cayendo al piso de manera dolorosa, pero nada de esto le importo, buscaría un sustituto para el ritual de Christopher, un sustituto para él mismo, otro lápiz igual a él que permitiera que los mundos imaginarios de Christopher se traspasaran al papel.
Tuvo la aventura de su vida. Quién diría que una simple casa seria igual de caótica y excitante q los las fantasías que redactaba Christopher. Había sido perseguido por un gato o más bien una quimera psicópata con complejos sadistas que no lo dejo tranquilo hasta masticarlo como chicle y jugar con en una danza diabólica. Luego de que el maldito animal se cansara de su tortura Julián se había enfrentado a la señora de la limpieza, que lo estuvo arrastrando por toda la casa entre unas cerdas empolvadas y finalmente lo recogió entre el polvo y la basura depositándolo en una bolsa plástica, tuvo que hacer un esfuerzo hercúleo para perforar la bolsa y escapar, si no sólo dios sabe dónde estaría en estos momentos. Julián entendía mejor porque Christopher tenia que escapar a eso mundos fantásticos, sí el viviera en un lugar tan caótico como este se la pasara meditando todo el día o… Tal vez drogado. Ya finalmente, cuando creyó que toda su travesía seria para nada, en una esquina polvorienta - ¿Es qué la señora de la limpieza sólo se concentro en maltratarlo y no limpio para nada? -, vio un amarillo pollito resaltar entra tanta oscuridad. Al acercarse vio en efecto que se trataba de otro lápiz, lotería su aventura había terminado.
El otro lápiz se llamaba José, fue abandonado en esa esquina por tanto tiempo que ya se había olvidado de cuanto fue exactamente. Julián se lo llevo a la meza de trabajo de Christopher.
Cuando Christopher fue a escribir Julián miro con tristeza como era remplazado, ya no formaría parte de la creatividad ya no contemplaría los lugares fantasiosos de Christopher.
Pero algo que nunca contemplo paso, Christopher tomo a Julián entre sus manos y lo contemplo por largo rato, luego lo coloco en un cofre de cristal al lado de su escritorio con la perfecta vista asía la hoja de papel. Julián estaría siempre hay, siempre seria parte y podría seguir al lado de Christopher al momento que este escribiera.
jueves, 9 de septiembre de 2010
Podrida lengua cortada.
Susurros acechantes.
Cubriendo todo.
Sé la realidad.
Irreal.
¡Bla. Bla. Bla!
Mudo.
Gigante nariz.
¡Bla. Bla. Bla!
No eres más que "¡Bla. Bla. Bla!"
Hipócrita
A mentirme tiernamente con melodiosa vos tintineante campana de cascabel.
El esfuerzo agotador de dejar la casa de cristal bien pulida, brillante pero el más mínimo viento la termina en escombros, sólo déjala ser ella reluciente por si misma.
Constantes sombras detrás de las palabras.
Telarañas entretejidas cada vez más enredadas.
Y la luna es la promesa repetida en tus labios.
Nuestro días se llenaron de amarillo.
La lengua encarcelada entre los blancos barrotes de hueso, bien custodiada por los dos carnosos guardianes.
Calla boca hipócrita, deja de hablar.
La Luz más brillante que el mundo nunca vera.
Ausencia del no presente.
Expulsión.
Vacío de lo lleno.
Apagado.
Ojos que no verán.
Bienvenida fatal.
Apagado
Los restos quedan en mi interior.
Se escucha en el viento el grito del nombre que te dí pero nunca pude darte.
Los botones de flor arrancados de raíz con restos de tierra todavía fértil.
Tristes están los pétalos esparcidos por el suelo.
Machacados.
Desmembramiento latiente. EL pulso de la vida no alumbrada.
Forma no conclusa del destino no circular en el incumplimiento del contrato.
No fuiste bien recibido. Pobre de ti.