El narrador en mi cabeza
sigue con el mismo tono, una voz de un hombre muy diferente a mi femenino
matiz. Sigue hablando de ella, de un amor que no conocí, de una historia que
parece inventada pero se siente real.
Sus ojos de oro miel y
corto cabello de arena, piel dorada, se ve etérea, monocromática.
Me susurra su nombre,
Linda, Linda, Linda, Linda. Le escribo poemas, legías y cuentos. Y su nombre no
escapa y la voz del hombre continua en mi cabeza, ahoga mi propia voz, mi
propia narración.
Él se atraviesa matando
todos mis personajes ¿Y Linda? Se queda ahí parada y etérea.
Me miro al espejo esperando
ver la cara de ella ¡Pero sigo siendo yo! Gabriela, la que a través de las
páginas fue muchas otras pero ahora sólo escucha la voz de él y quiere ser
Linda.
¡Quiero ser Linda!
La Linda que no termino de
escribir, mi personaje incompleto, mi imagen borrosa, mis hojas en blanco.
Trato de ponerle fin a esta
historia de tres, pero “Fin” es lo único que no puedo escribir al final de la
hoja.
Grito, grito y grito. Grito
con fuerza mi nombre para escucharme a mí misma y a quién soy.
Ya no escribo más, aunque
su voz continua sonando dentro de mí, y los dorados ojos de ella me contemplan
expectantes. Ya no escribo más, acepté la realidad de que a este cuento nunca
podría ponerle un fin.
Fin.
Hola !
ResponderEliminarMuy inquietante !!
Me gusto su drama, muy bueno !!
Besos
:O Le sucede esto a todos los escritores?! Que dejan de ser una persona normal y son el intermedio entre sus personajes ficticios y la realidad?
ResponderEliminarMuy bueno! yo nunca he podido escribir textos tan breves y que enganchan desde el inicio.
Saludos.
los relatos-espejo me encantan. sigo tu blog. saludos!
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