martes, 27 de marzo de 2012

A través del retrovisor, tercera parte.

Hola a todos, no tengo más que disculparme por el retraso pero la verdad se me complico mucho y que este viernes sin falta les tendré la cuarta parte de esta maravillosa historia. Para los que primera vez la leen la primera parte esta aquí y la segunda aquí. Disfruten su lectura y están bienvenidos a dar su opinión.


Tercera parte.

Cada noche me despertaba sudoroso y con temblores. Cuando sucumbía ante Morfeo, ella al igual que una súcubos me encontraba entre mis sueños, allí la vi blanquecina y desnuda, como la tela de un lienzo. Con la lógica de los sueños un pincel y pintura salió de la nada, los tomé y pinté sobre su reluciente piel que no dejaba de llamarme.

Los cabellos tintados de mi pincel acariciaban suaves surcos sobre su palidez, el vello se le erizaba y pequeños sonidos de placer cantaba melodiosa mientras la coloreaba. Como una tigresa la hice ver, rasgos felinos la marcaban. Mi gatúbela personal. 

Se abalanzó hacia mí como la gata salvaje que era, sus manos llenas de pintura. Mi ropa desapareció por arte de magia. Se mecía con fiereza sobre mi desnudez, manchando mi piel, convirtiéndome en su obra de arte.

Mis gritos de placer temblaban en el aire. Ella seguía tomándome a la vez que alcanzaba más pintura entre sus manos, sintiendo el color, vida liquida, embarrándola sobre mi cuerpo. Ambos reíamos. Compartiéndonos él uno al otro, pero la realidad destruyó el ambiente.

Desperté enredado entre mis sabanas. Me sentía como un drogadicto en abstinencia. Inquieto, ya habían pasado días desde la última vez que la vi. Estaba tratando de no ir mucho a buscarla, no quería que pensara de tanto verme que la estaba acosando.

La racionaba en pequeñas dosis, a cuenta gotas. Pero su efecto era sumamente duradero, el piso de mi casa estaba tapizado con dibujos de ella, hojas de papel como césped creciendo del suelo. 

Necesitaba otra dosis, embriagarme en su presencia. Me levanté, cociné huevos revueltos y café para desayunar, tomé un baño, me vestí y salí a trabajar. Hice varias carreras para pasar el tiempo, sabía aproximadamente a que hora llamaría por un taxi, siempre la misma hora, la misma dirección, siempre hacia la universidad.

El tiempo pasaba lentamente, burlándose de mi ansiedad, pero finalmente se hizo la hora y la llamada no tardo en llegar. Fui violando todos los límites de velocidad, ya podía imaginarla ahí con largas telas resguardándola, telas que no tardaría en cambiar por un picaresco atuendo. 

Así mismo la vi, con una falda arabesca ondulándose en el viento como rayos de sol, una camiseta celeste de botones dorados. Hermosa, pero no estaba sola, la chica de la otra vez, la de cabello azabaches y ojos de gemas de aguamarina la acompañaba. Entraron juntas al carro, entre risas, me dijeron la dirección de la universidad y arranqué.

–  No puedo creer que de verdad tu mamá piense que vas vestida así a clases – Señaló la chica morena. 

– Ya te lo he dicho Maia, uno cree lo que quiere creer y ella es feliz así. 

Maia era otra belleza, no del tipo de hada seductora de Scarlett, sino más bien como el de las viejas estrella de cine de los 50 un cuerpo delgado y curvilíneo, una piel inmaculada y dorada, cabello abundante y espeso, unos distintos rasgos y etnias jugando en su rostro. Llevaba puesta una camisa trasparente que dejaba ver sus oscuros sostenes y sus pechos voluptuosos y bien formados unos short que se amoldaban a unas firmes piernas y a una jugosa retaguardia. Pero a pesar de todos sus encantos, su presencia no exudaba la mágica inspiración de musa que los ojos de Scarlett lograban con sólo una mirada, espejos de oscuridad que reflejaban toda mi alma de artista.

Scarlett empezó a cambiarse de ropa con ayuda de Maia, quién meticulosamente desabotonaba su camiseta, sus miradas estaba entrelazadas, silenciosos secretos se contaban. Los dedos de Maia discretos, acariciaban las protuberancias de las senos, bajando por el vientre, sólo la delgada tela de un top purpura sin tirantes interrumpía un contacto piel con piel.

Scarlett terminó de vestirse quedando con el top y unos jeans sumamente ajustados, mirando hacia todos los lados como un niño apunto de hacer una travesura, sonrió invitante una serpiente instigando a su presa, tomó a Maia por el cuello y acerco sus labios a los de la otra chica, sus manos se sumergían en la marea negra de cabellos, mientras sus bocas jugueteaban, saboreando las delicias de la otra, bailando lentamente, mordisqueando los suaves pétalos de rosas. Maia se aferraba a sus hombros acariciando el inicio de sus rubias hebras. 

Los besos terminaron, llegamos al destino, me pagaron y agarradas de las manos, sin vergüenza, se bajaron del coche, como si nada hubiera pasado, como si nadie las hubiera visto ¿Quién era yo después de todo? Sólo una estatua, sólo un elemento más de la cotidianidad, alguien que pasaba desapercibido, sin significado, sin nombre.

Arranqué el carro, lejos de su presencia. Lejos de la insensible sombra que me cubría, lejos, en donde no pudiera verla parada bajo la luz de su escenario, lejos donde pudiera dejar de ser parte del público.

5 comentarios:

  1. Sin prisa que acabo de llegar y me gusta la historia... tengo que ponerme al día
    Gran blog, besos

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  2. Oh !!! xD!!! esto a tomado el color que me imaginaba !!
    Muy bueno en verdad!!!
    Esta todo tan bien narrado que me imagino cada una de las escenas !!
    Me encanta!!
    Besos

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  3. wtf D: esa tipa anda con todo le mundo! XDDDD

    Hay Dios XD
    Está muy bueno pau-chan n.n ya espero la otra parte XD

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  4. Cada vez se pone más intenso e interesante. Ya quiero leer la 4ta parte! xD

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  5. no me lo esperaba en absoluto O.o

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Esto no te toma ni dos minutos y hace muy feliz a una persona <3

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