Hola a todos, no tengo más que disculparme por el retraso pero la verdad se me complico mucho y que este viernes sin falta les tendré la cuarta parte de esta maravillosa historia. Para los que primera vez la leen la primera parte esta aquí y la segunda aquí. Disfruten su lectura y están bienvenidos a dar su opinión.
Tercera parte.
Cada
noche me despertaba sudoroso y con temblores. Cuando sucumbía ante Morfeo, ella
al igual que una súcubos me encontraba entre mis sueños, allí la vi blanquecina
y desnuda, como la tela de un lienzo. Con la lógica de los sueños un pincel y
pintura salió de la nada, los tomé y pinté sobre su reluciente piel que no
dejaba de llamarme.
Los
cabellos tintados de mi pincel acariciaban suaves surcos sobre su palidez, el vello
se le erizaba y pequeños sonidos de placer cantaba melodiosa mientras la coloreaba.
Como una tigresa la hice ver, rasgos felinos la marcaban. Mi gatúbela personal.
Se
abalanzó hacia mí como la gata salvaje que era, sus manos llenas de pintura. Mi
ropa desapareció por arte de magia. Se mecía con fiereza sobre mi desnudez,
manchando mi piel, convirtiéndome en su obra de arte.
Mis gritos de placer temblaban en el aire.
Ella seguía tomándome a la vez que alcanzaba más pintura entre sus manos, sintiendo
el color, vida liquida, embarrándola sobre mi cuerpo. Ambos reíamos.
Compartiéndonos él uno al otro, pero la realidad destruyó el ambiente.
Desperté
enredado entre mis sabanas. Me sentía como un drogadicto en abstinencia.
Inquieto, ya habían pasado días desde la última vez que la vi. Estaba tratando
de no ir mucho a buscarla, no quería que pensara de tanto verme que la estaba
acosando.
La
racionaba en pequeñas dosis, a cuenta gotas. Pero su efecto era sumamente
duradero, el piso de mi casa estaba tapizado con dibujos de ella, hojas de
papel como césped creciendo del suelo.
Necesitaba
otra dosis, embriagarme en su presencia. Me levanté, cociné huevos revueltos y
café para desayunar, tomé un baño, me vestí y salí a trabajar. Hice varias
carreras para pasar el tiempo, sabía aproximadamente a que hora llamaría por un
taxi, siempre la misma hora, la misma dirección, siempre hacia la universidad.
El tiempo pasaba lentamente, burlándose de mi ansiedad, pero finalmente se hizo la hora y la llamada no tardo en llegar. Fui violando todos los límites de velocidad, ya podía imaginarla ahí con largas telas resguardándola, telas que no tardaría en cambiar por un picaresco atuendo.
Así
mismo la vi, con una falda arabesca ondulándose en el viento como rayos de
sol, una camiseta celeste de botones dorados. Hermosa, pero no estaba sola, la
chica de la otra vez, la de cabello azabaches y ojos de gemas de aguamarina la
acompañaba. Entraron juntas al carro, entre risas, me dijeron la dirección de
la universidad y arranqué.
– No puedo creer que de verdad tu mamá piense
que vas vestida así a clases – Señaló la chica morena.
–
Ya te lo he dicho Maia, uno cree lo que quiere creer y ella es feliz así.
Maia
era otra belleza, no del tipo de hada seductora de Scarlett, sino más bien como
el de las viejas estrella de cine de los 50 un cuerpo delgado y curvilíneo, una
piel inmaculada y dorada, cabello abundante y espeso, unos distintos rasgos y
etnias jugando en su rostro. Llevaba puesta una camisa trasparente que dejaba
ver sus oscuros sostenes y sus pechos voluptuosos y bien formados unos short
que se amoldaban a unas firmes piernas y a una jugosa retaguardia. Pero a pesar
de todos sus encantos, su presencia no exudaba la mágica inspiración de musa
que los ojos de Scarlett lograban con sólo una mirada, espejos de oscuridad que
reflejaban toda mi alma de artista.
Scarlett
empezó a cambiarse de ropa con ayuda de Maia, quién meticulosamente
desabotonaba su camiseta, sus miradas estaba entrelazadas, silenciosos secretos
se contaban. Los dedos de Maia discretos, acariciaban las protuberancias de las
senos, bajando por el vientre, sólo la delgada tela de un top purpura sin
tirantes interrumpía un contacto piel con piel.
Scarlett
terminó de vestirse quedando con el top y unos jeans sumamente ajustados,
mirando hacia todos los lados como un niño apunto de hacer una travesura,
sonrió invitante una serpiente instigando a su presa, tomó a Maia por el cuello
y acerco sus labios a los de la otra chica, sus manos se sumergían en la marea
negra de cabellos, mientras sus bocas jugueteaban, saboreando las delicias de
la otra, bailando lentamente, mordisqueando los suaves pétalos de rosas. Maia
se aferraba a sus hombros acariciando el inicio de sus rubias hebras.
Los
besos terminaron, llegamos al destino, me pagaron y agarradas de las manos, sin
vergüenza, se bajaron del coche, como si nada hubiera pasado, como si nadie las
hubiera visto ¿Quién era yo después de todo? Sólo una estatua, sólo un elemento
más de la cotidianidad, alguien que pasaba desapercibido, sin significado, sin
nombre.
Sin prisa que acabo de llegar y me gusta la historia... tengo que ponerme al día
ResponderEliminarGran blog, besos
Oh !!! xD!!! esto a tomado el color que me imaginaba !!
ResponderEliminarMuy bueno en verdad!!!
Esta todo tan bien narrado que me imagino cada una de las escenas !!
Me encanta!!
Besos
wtf D: esa tipa anda con todo le mundo! XDDDD
ResponderEliminarHay Dios XD
Está muy bueno pau-chan n.n ya espero la otra parte XD
Cada vez se pone más intenso e interesante. Ya quiero leer la 4ta parte! xD
ResponderEliminarno me lo esperaba en absoluto O.o
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